
Stefanía Padilla
Mi nombre es Stefanía Padilla y soy estudiante de Ingeniería en Desarrollo Sostenible en la Universidad de Costa Rica, Campus Atlántico. Hace un año inicié una pasantía como Ingeniera Trainee en EcoCitizen donde he contribuido en investigaciones y proyectos para promover un futuro regenerativo y sostenible a través de la ciencia rigurosa, el desarrollo tecnológico y la innovación social.
Gracias a EcoCitizen y, en particular, a la tutoría y ayuda de Adriana, la Directora General, tuve la oportunidad de participar en un programa académico a tiempo completo de tres semanas de duración, el Ingenieurinnen-Sommeruni (Universidad de Verano para Mujeres Ingenieras) en la Universidad de Bremen (Alemania). Como su nombre lo indica, esta escuela de verano es específicamente por y para mujeres en los campos STEM, tanto estudiantes como profesoras; y ofrece una amplia variedad de cursos relacionados con la tecnología y la sostenibilidad. Es muy importante mencionar que mi participación sólo fue posible gracias a una beca que recibí de la Universidad de Costa Rica y de la Universidad de Bremen, ¡por lo que estoy infinitamente agradecida!

La primera semana en esta ciudad alemana fue sencillamente maravillosa. La diferencia cultural respecto a Costa Rica se nota en cada detalle: el idioma, la diferencia horaria, la comida, e incluso el hecho de que la puesta de sol no sea hasta las 9 de la noche, lo que hace que los días sean más largos y productivos, permitiéndote aprovechar cada momento para descubrir nuevos rincones de la ciudad.
Aunque no sé nada de alemán, disfruté mucho oyendo a mis compañeros y profesores utilizarlo en la conversación. Aprendí algunas palabras sencillas: ahora sé que puedo saludar con "Hallo" o "Guten Tag", brindar con "Prost" y despedirme con "Tschüss", que, por cierto, hay que decir casi cantando para que suene auténtico.
Durante mi participación en este programa, tuve la suerte de conocer a mujeres increíbles de distintas partes del mundo. Pasé tiempo con colegas y nuevas amigas de China, Turquía, Colombia, Estados Unidos, Alemania, Rusia, Suiza, Kazajstán y Ucrania. A pesar de nuestras diferentes culturas y orígenes, había un ambiente de hermandad cada vez que compartíamos en las aulas o durante las actividades sociales.
Cuando empecé mis prácticas en EcoCitizen, siempre me hacía ilusión imaginar que algún día podría visitar Luxemburgo y conocer a la parte de nuestro equipo que vive allí. Al estar en Alemania y relativamente cerca, por fin tuve la oportunidad de visitar este pequeño y poco conocido, pero hermoso país con su impresionante diversidad cultural. Visité lugares realmente hermosos, aprendí un poco sobre su funcionamiento y lo que representa y, lo mejor de todo, conocí en persona a compañeros de trabajo con los que hasta entonces sólo me había comunicado por vídeo, texto o correo electrónico. Incluso celebramos un taller que nos permitió generar confianza y conocernos aún más como equipo, aprender lo que tenemos en común y comprender y definir nuestras funciones como parte de la organización.

Viajar y conocer Europa siempre ha estado en mi lista de deseos, y nunca imaginé que este año se haría realidad. La oportunidad de ver cómo son las cosas al otro lado del mundo amplía completamente tu percepción de las diferencias sociales y culturales. Durante mi viaje visité distintas ciudades, cada una con su propio encanto, como Ámsterdam en los Países Bajos, Hamburgo y Bremen en Alemania, Metz en Francia y Luxemburgo.

Tras un estupendo viaje a Luxemburgo, regresé a Bremen para la última semana de la escuela de verano. Los cursos que seguí durante las tres semanas fueron muy variados: Pensamiento y Evaluación del Ciclo de Vida, Software para la Evaluación del Ciclo de Vida (ACV), Herramientas Inteligentes en Ciencias Naturales e Ingeniería, Sostenibilidad en Acción: Diseñando un futuro regenerativo y, por último, Desarrollo web con React. Los cursos se impartían en inglés, lo que creo que me ayudó mucho porque me obligó a usar el inglés durante días enteros, así que además de aprender, también practiqué el idioma.
Compartir, estudiar y aprender en un espacio sólo para mujeres realmente marca la diferencia. No es que compartir aulas con hombres sea malo o incómodo, pero el ambiente de estar rodeada sólo de mujeres es diferente, y si a eso le sumas que somos de países diferentes, se vuelve aún más interesante.

Estoy muy contenta y agradecida de haber participado en este programa. Fue una experiencia desafiante que me enseñó lo capaz que puedo llegar a ser. Agradezco a Dios, a mi familia, a EcoCitizen, a la Universidad de Bremen, a la Universidad de Costa Rica y a cada una de las personas que me acompañaron y apoyaron para que todo saliera bien. Con el corazón lleno, regreso a casa con la esperanza de volver pronto.
